domingo, 12 de febrero de 2012

Las olas.

Los recuerdos vuelven como las olas: cuando menos lo esperas y, a veces, en los momentos menos oportunos, pero cargadas de tantas cosas que te vuelven loca.
Primero están a tu lado: ese es el momento donde vives la experiencia, el mundo parece pasar desapercibido con la grandeza de esta experiencia, cada segundo es un milagro, es importante, disfrutar de todo y creer que nunca se acabará. Es el momento en el que dices.. ojala esto dure siempre.

Luego las ves alejarse: ese es el momento mas doloroso cuando todo se acaba, todo esta mas frío, tienes miedo, no quieres pero esta pasando. Todos tus miedos, tus inquietudes, tus desasosiegos.. Todo hecho realidad. Justo era todo lo que querías evitar.

Después estan ya muy lejos: ese es el momento que ves a la persona con la que paso todo, o quizás te encuentres en el mismo sitio donde pasaba todo, ahora desierto de vida alguna, y todo es tan distinto, quizás quisieras que volvieran esos tiempos, quizás ahora te ries de lo que hiziste entonces, pero esta ahí ya tan lejos que parece que ni siquiera, en algún momento, llegaste a sentir nada que te relacionara con ello.

Como de la nada  te despistas te olvidas de todo, tu vida da un giro y ahora millones de cosas pueblan tu mente, tu corazón pero en realidad sabes que todo vuelve, y de repente te das cuenta, y te giras deprisa y ahí están: los recuerdos.

Los recuerdos son pequeñas memorias que tu mente escribe sin darse cuenta. No siempre son bonitos ni  buenos, es mas, muchas veces son malos y dolorosos y lo que mas nos fastidia de que ellos estén allí, en tu mente,  es que ya no podemos volver a vivirlos o simplemente borrarlos como si de una palabra escrita en un papel se tratara. Son algo que aunque intentes olvidar no puedes, y si quieres recordar, a veces, tampoco puedes. Los recuerdos nunca son bonitos, porque es algo ya pasado y el hecho de que los hayas vivido y te gustaran no significa que sea bonito recordar, simplemente pasa y a veces cuando menos lo necesitas. Aprovechan, como si de un ser que con vida propia fueran, cualquier momento de debilidad.
Momentos que no necesitas recordar, sino vivir, reír, amar y soñar.


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