miércoles, 6 de julio de 2011

La mirada...

En un lugar del mundo como cualquier otro una pandilla de amigos se divierte. El cariño que muestran cada uno de ellos por los demás integrantes de su grupo es infinito, se nota en el aire el cariño, el amor. Los besos y los abrazos no faltan en este singular grupo de casi veinte personas pero era un día extraño ya había un chico que estaba solo. Él.
Ese día, salido de la casualidad, un chico de un castaño tan claro que parecía rubio apareció por casualidad. Una de las chicas era compañera suya de colegio y le invito a quedarse. Él era tímido y no hablo, y se mostró tan frío como el hielo. Su atuendo no paso desapercibido, vestía por completo de negro, su pelo le tapaba gran parte de la cara ocultando así sus ojos. Sus labios no mostraban signo alguno de felicidad, estaba serio y distante.
Volvemos al lugar donde todos estábamos juntos, y digo estábamos porque yo estaba allí.
Mi vida en ese momento era perfecta, todo iba como la seda, estaba rodeada de la gente que mas quería y todo era perfecto y en ese momento todo se detuvo.
Fue un instante, sentí una mirada en mi nuca y me di la vuelta al momento, allí le vi. Era él.
Una ráfaga de viento le levanto el pelo y pude ver esa mirada, esa mirada que se clavó a fuego en mi corazón. Nadie estaba junto a el, se había quedado solo. Me miró intentando ocultar lo que sentía por dentro pero yo en esa mirada vi mucho, muchísimo mas. Vi a una persona cariñosa, mimosa, que sentía sola, que necesitaba que la escucharan, simplemente necesitaba que lo trataran como a una persona. No era frío, era cálido, amable y esa mascara que ocultaba a esa persona.. no la soportaba, no podía soportar esa mascara.
Deje todo lo que estaba haciendo, y sentí como mis pies andaban sin que yo se lo hubiera mandado, sentí como mi corazón latía cada vez mas deprisa, necesitaba estar cerca de el y demostrarle que el mundo no era frío, que existía el cariño, la amabilidad, y movida por mi corazón, llegue hasta esa persona que no conocía de nada y con miedo a ser rechazada, con miedo a estar equivocada: le abracé.
El se quedo muy muy quieto, sorprendido y yo intenté transmitir todo lo que sentía en ese abrazo. Me apolle en su pecho y oí palpitar su corazón, iba desbocado, eso me animó.
Me miro interrogante, sin saber que decir como actuar y me preguntó pero ya no importaban las palabras, importaba el sentimiento, un simple gesto de cariño que le hizo sonreír.
Tenía la sonrisa mas bonita del universo.
En ese instante supe que algo se había roto. Pero también que algo había nacido.
Algo entre nosotros dos.

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